Marcos llevaba años queriendo separarse de su mujer,
habitaban la misma casa aunque dormían en camas separadas. El amor de pareja se había
perdido para nunca más volver. Ella dependía económicamente de el para todos sus gastos. Los altibajos de la
economía le obligaron a esperar el
momento propicio para separarse y poder seguir manteniéndola. Ella vivía apegada a la casa, el amaba el mar pero ella nunca quería acompañarlo. En los
últimos años terminó viajado con algún
familiar al mar y a otros destinos. Si bien debía soportar los exabruptos de su mujer con frecuencia, el año que falleció la madre de ella la
situación se puso mucho más difícil de sobrellevar. Carmen sintió que caía en una gran depresión
por lo que vio a su psiquiatra, quién aumentó al doble su dosis de algunos
psico-fármacos. En ese entonces, él se hallaba con un fuerte dolor de espalda
que le dificultaba levantarse de la cama. Mientras que ella no se arrimaba ni
para alcanzarle un vaso de agua, él con dificultad se levantó dado que no era
de quedarse mucho acostado.
Ya de pié, lo primero que hizo
fue levantar la cortina de enrollar para que entre el sol al comedor y la cocina.
De inmediato ella puso el grito en el cielo ¿Para qué la abres? Me molesta la
claridad… déjala cerrada – Vociferó. ¿Qué quieres? Que esto sea una tumba –
replicó el, dejándola levantada. Luego fue al baño para afeitarse, ya frente al
espejo se colocó la espuma de afeitar en el rostro y comenzó a pasarse la
maquinita de afeitar, cuando terminó se lavo con agua caliente, también la
pileta y los elementos antes de guardarlos. Se desplazó hasta la cocina, estaba
por comerse una tostada con queso, cuando la voz de ella le grita con tono de enojo. - Dejaste
un pelo aquí en la piletita ... ¿cuando tendré un baño para mi
sola?- preguntaba. Ah, eso quieres,
pronto tendrás el baño para ti sola y también podrás vivir a obscuras durante
el día si quieres – contestó él. Mas tarde sonó el teléfono de línea, Marcos
atendió, era su sobrina, comenzó a escuchar lo que ella tenía para decirle. A
los dos minutos Carmen se paró a dos metros suyo, diciendo –¡ necesito el teléfono! ¡ya puedes ir cortando! Su sobrina escuchó
del otro lado de la línea… tío algo anda mal allí con la tía. Si, si respondió él,
termina de contarme y cortamos. Cuando colgó el teléfono preguntó a su mujer ¿Tú
tienes conciencia de lo que haces? ¿Quién es que habla, tú, o los medicamentos que tomas? -No tuvo
respuesta.
Marcos decidió que
todo había llegado a su punto final. Un
apartamento propio se le había desocupado en esos días, comenzó a hacer las
maletas, llamó a Mario su amigo de la infancia, siempre dispuesto para
colaborar. En un sábado trasladaron la
mayoría de lo que necesitaba, que no fue tanto. Una nueva vida estaba por comenzar,
se sintió feliz en su nuevo apartamento. No sentía ninguna forma de rencor
hacia su ex mujer, mientras adaptaba el
nuevo lugar para si, no dejo de ver las
necesidades de ella, explicándole para que aprenda a valerse sola. La
separación le haría bien a los dos, el paso de un par de meses le demostró que
tenía razón….Esta historia termina aquí….
Te saludo amigo visitante, deja tu comentario si gustas.