Eran las 2 y él no llegaba, todos los viernes a esa hora lo
hacía puntualmente. Para Bernarda era su
novio amante, a veces calmo, otras impetuoso, encendiéndola como a una hoguera.
Llevaban 3 años en que se habían conocido, y desde el primer
encuentro consagró su amor a Fernando.
Él era casado, le decía que gracias a las citas con ella, podía seguir
llevándose con su esposa. Bernarda se miró al espejo, era una bella mujer de encantadora figura a sus 57 años. Se había
consagrado a su cita de amor de los viernes, no concebía a otro hombre en su vida, de solo pensar en
Fernando se le humedecía la parte alta de las piernas. Aguardaba que él llegue
para elegir las sábanas y fundas que pondrían en la cama, tenían esa costumbre.
Pasaron 15 minutos de la hora, ella caminaba de un lado a otro de la casa como
loca, mirando cada tanto por la ventana
hacia la calle. Había dejado de fumar y no iba a recomenzar ahora, en tanto se tomó un vaso de piña colada. Pasada una
media hora se preguntaba ¿Qué estará haciendo? ¿Por qué no llega? Le doy lo que
me pide y necesita, si su mujer no se lo da, no es culpa mía, me hace y lo hago
feliz – pensaba para sí.
Pasó una hora ¡¡Ya no viene!! ¡¡Ya no viene!! Le decían sus pensamientos que quería
rechazar, la rabia estaba cegando su mente. Nunca habían compartido sus
móviles, él sabía llamarla a su teléfono de línea…pero no sonaba ahora…Cuando
en el reloj dieron las 4 prendió su televisor, entre las noticias pasaron el
choque a las 13,50 horas, a 15 calles de su casa, de un taxi contra un camión.
Cuando arribaron los bomberos y la ambulancia, el chófer del taxi y un pasajero
de unos cincuenta años habían fallecido en el acto informaba el reporte.
Bernarda pegó un grito desgarrador ¡¡No!! ¡¡No!! Me lo quitaron, me quitaron mi
vida.¡¡ Ay!! ¡¡Ay de mí!!…cuánto dolor. Arrojándose sobre la alfombra del piso,
lloró desgarrada por horas, quedándose encerrada en su casa por días y días.
Dos mujeres que no se conocían entre sí, llorarían a Fernando, su esposa y su amante.
La vida tiene estas cosas, el destino teje hilos imprevistos.
Te saludo visitante!